La DANA
El 28 de octubre de 2024 la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET), emitió un Aviso especial de fenómenos adversos anunciando la presencia de una DANA estacionaria en el cual se explicitaba que:
«El martes 29 se prevé el día álgido de este episodio, esperándose la mayor probabilidad de estas precipitaciones y tormentas intensas en el área del Estrecho, Andalucía Oriental, Murcia, este de Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana».
Una DANA, también conocida como gota fría en España, significa Depresión Aislada en Niveles Altos, y se produce cuando una masa de aire frío en altura se separa de la circulación atmosférica general y queda aislada. Esta masa de aire frío en altura puede interactuar con masas de aire más cálidas y húmedas en las capas bajas, lo que a menudo desencadena lluvias intensas y tormentas severas. En España, las DANAs son frecuentes en otoño, cuando el mar Mediterráneo está todavía cálido y aporta mucha humedad a la atmósfera. Cuando el aire frío en altura se combina con esta humedad, puede generar lluvias torrenciales, especialmente en el litoral mediterráneo y en algunas zonas del interior.
Así pues las lluvias intensas producto de esta DANA fueron progresivamente en ascenso durante el fatídico día 29 de octubre, teniendo acumulaciones extraordinarias en la provincia de Valencia que llegaron a superar 300 l/m² en la zona entre Utiel y Chiva. En Chiva, de hecho, se recogieron 491 l/m² en solo ocho horas y en Los Felipes se superaron los 600 l/m². Prácticamente lo que puede llover en un año completo.
La excepcionalidad de estas lluvias es evidente, pero para poner en negro sobre blanco esta excepcionalidad, en hidrología hablamos de periodos de retorno. Buscando hemeroteca e información al respecto, no he sido capaz de encontrar una fuente clara y contundente que arroje un valor al respecto. Sin embargo, un primer indicio lo dio la ministra de Defensa, Margarita Robles, en una entrevista sobre el terreno donde mencionó: «…hacía 5,000 años … es decir es un fenómeno sin precedentes…«. Ese valor aunque mal empleado por la ministra, no se le debió ocurrir por arte de magia en ese instante. ¿De dónde lo sacó? ¿Quién se lo proporcionó? Días más tarde, el secretario de estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, en una entrevista en RAC1 mencionó sobre el caudal en uno de los puntos de aforo lo siguiente: «es posible que se haya triplicado el retorno calculado de 500 años».
Aquí creo interesante desarrollar un poco más el concepto de periodo de retorno, ya que su uso por la gente que no conoce bien su trasfondo técnico, lo tiende a asimilar a una consecución de eventos que solamente puede pasar cada cierto tiempo (como mal empleó la ministra Robles). Ella estaba hablando (probablemente) de que las lluvias ocurridas tienen un periodo de retorno de 5,000 años, lo que no significa que el evento ocurra cada 5,000 años o que hacía 5,000 años que no sucedía. El periodo de retorno tiene un significado estadístico y de frecuencia del evento. Por ejemplo, si decimos que una lluvia tiene un periodo de retorno de 2 años, significa que estadísticamente la probabilidad de que suceda en cualquier año es del 50% (1 entre 2). Si esa lluvia sucede un año dado, no significa que no sucederá al año siguiente, si no que hay un 50% de probabilidad de suceder.
Hecho este inciso, lo que está claro es que las lluvias fueron muy superiores a todos los modelos previstos, sobre todo en la zonificación de áreas inundables como veremos más adelante. Y como yo soy persona inquieta, he descargado el historial de lluvias máximas diarias anuales desde el año 2,000 en la página de OpenData de la AEMET, y las he pasado por el método Gumbel para ver qué periodo obtenía para las lluvias registradas de en Chiva y Los Felipes. Definitivamente es muy superior a 500 años de período de retorno.
La geografía
Es evidente que la gran cantidad de lluvia caída es un elemento importantísimo que ha contribuido a provocar la catástrofe que han vivido en la Comunitat Valenciana. Pero no ha sido el único factor. El contexto geográfico también ha cumplido un rol importante. El principal hito geográfico y geológico de la zona mayormente afectada es la Albufera de Valencia. Una albufera (del árabe al-buhayra que significa lago o pequeño mar) es una laguna costera de agua salobre o salada (aunque actualmente la Albufera de Valencia es de agua dulce), que se encuentra cerca del mar y está separada de éste por una franja de tierra, como una barra de arena o dunas. Se forman cuando el agua marina queda aislada del mar debido a la acumulación de sedimentos o la acción de barreras naturales. La conexión con el mar suele ser parcial, manteniendo un intercambio limitado de agua a través de canales o pequeños brazos.
Al oeste de la Albufera se encuentra un relieve topográfico elevado que a lo largo de la historia geológica ha generado ramblas, torrentes y barrancos que arrastran, en momentos de lluvia, cantidades importantes de agua y sedimentos hacia las zonas más planas en la zona costera que fueron conformando la albufera. Gran parte del año, estos cursos de agua pasan secos, y solamente «funcionan» en momentos de lluvia, llegando al punto de poder generar las conocidas como avenidas rápidas o «flash-floods» si las intensidades de lluvia son muy elevadas produciendo caudales picos importantes.
La inundación de 1957
Las inundaciones en el levante español son recurrentes. Pero como de la magnitud ocurrida en esta ocasión hay que rebuscar muy atrás en la hemeroteca para encontrar alguna que se le acerque. Emblemática fue la inundación de 1957 en el río Turia. Fue uno de los desastres naturales más graves de la ciudad en el siglo XX. Esta catástrofe ocurrió el 14 de octubre, cuando intensas lluvias en la cuenca del Turia desbordaron el río, afectando seriamente la ciudad de Valencia.
La causa principal fue una serie de lluvias torrenciales que cayeron durante varios días en las zonas altas de la cuenca del Turia. Este río, que nace en el sistema ibérico, atravesó Valencia con un caudal desbordado que se acercó a los 3,000 metros cúbicos por segundo en su momento más crítico.
Las inundaciones provocaron la muerte de al menos 81 personas y causaron enormes daños materiales. La ciudad quedó devastada. Gran parte del casco urbano fue arrasado, especialmente los barrios más cercanos al cauce del Turia, como el barrio de Ruzafa. Miles de viviendas, comercios y edificios públicos fueron destruidos o seriamente afectados, y las pérdidas materiales fueron millonarias.
Este desastre motivó una importante reacción gubernamental, conocida como el Plan Sur, que consistió en el desvío del cauce del Turia fuera del centro urbano. Con ello, se construyó un nuevo cauce al sur de la ciudad que todavía hoy previene inundaciones similares. El antiguo cauce del Turia, que quedó seco, se transformó en el Jardín del Turia, un extenso parque urbano que recorre Valencia y es uno de los espacios verdes más emblemáticos de la ciudad.
La inundación de 1957 marcó un antes y un después en la gestión del agua y la planificación urbana en Valencia, y es probable que la magnitud de la tragedia de este 2024, hubiera sido mayor de no realizarse esta actuación en aquel momento.
La evolución del uso de suelo y los mapas de peligrosidad a inundaciones
La otra componente de la que debemos hablar es la ocupación del suelo. Ya hemos mencionado las lluvias y la geografía/geología de la zona, ambas no controlables por los seres humanos. En la ecuación del riesgo (de inundación para el caso en que estamos), las factores que lo definen son la Amenaza y la Vulnerabilidad, y se combinan de la siguiente forma:
Riesgo = Amenaza x Vulnerabilidad
La amenaza o también llamada peligrosidad, representa la propia inundación y es función de la recurrencia y magnitud del evento. La vulnerabilidad por otro lado, es la fragilidad como seres humanos con la que afrontamos a la amenaza y por tanto, la cantidad de daños que se pueden suceder por el impacto de la misma. Si un desbordamiento ocurre en un lugar remoto donde no existen infraestructuras ni viviendas, no habrá daños, no habrá vulnerabilidad y por lo tanto no habrá riesgo por muy grande que sea la amenaza.
Es así como a lo largo de la historia nos hemos ido haciendo vulnerables al exponernos cada vez más a los fenómenos de inundación, construyendo en lugares inundables. Pero esto no ha sido un fenómeno reciente, aunque sí progresivo. Si volvemos a finales de los años 50 cuando ocurrió la inundación de Valencia, ya existían viviendas en las colindancias de las ramblas más afectadas por la DANA de 2024 como se puede ver en la ortofoto del vuelo Americano. Pero la evolución de la ocupación del suelo sí ha colonizado zonas que ya los modelos habían caracterizado como inundables para periodos de retorno de 500 años.
En España tenemos una buena caracterización de la amenaza por inundación. Contamos con insumos detallados y actualizados de la topografia del terreno con los levantamiento LIDAR, y también contamos con una excelente red de pluviómetros, pluviógrafos y aforos.
Los mapas de peligrosidad se elaboraron para tres escenarios de probabilidad de inundación: alta, asociada a un periodo de retorno de 10 años; media, asociada a un periodo de retorno de 100 años; y de baja probabilidad o de eventos extremos asociada a un periodo de retorno de 500 años. La cuestión es que estos mapas se realizaron en cada Demarcación Hidrográfica por los Organismos de cuenca en el marco de la Directiva 2007/60 relativa a la evaluación y gestión de los riesgos de inundación. Es decir, en el año 2007 cuando gran parte de la expansión urbanística ya se había producido, incluso cuando desde 1985 La Ley de Aguas hablaba de delimitar el dominio público hidráulico y de cartografiar las zonas inundables para periodos de retorno de 100 y 500 años (Programa LINDE). Sin embargo, la construcción en zonas inundables se siguió produciendo incluso después de la caracterización de la amenaza.
Si vemos el mapa de peligrosidad por inundación con un periodo de retorno de 500 años, queda claramente definida el área de inundabilidad. Si a este mapa le superponemos la afectación preliminar real, una de las primeras evidencias que saltan a la vista, es que la afectación ocurrida es mucho mayor que la zonificada para 500 años. Ya analizamos la periodicidad de las lluvias causantes y parece bastante claro que son superiores incluso al periodo de retorno de 1,000 años, es decir, de una probabilidad anual de suceder inferior al 0.1%.
Ante tal dimensión es imposible incidir o mitigar la magnitud del evento. Pero sí se hubiera podido recudir la vulnerabilidad de haber actuado certeramente en el aviso a la población.
El caso de la Rambla del Poyo. La Zona Cero.
Si hay algún lugar sobre el que se ha centrado la mayoría de atención, noticias, debates y artículos, este es el de la Rambla del Poyo, catalogada por algunos como la zona cero de la catástrofe por haber sido la que ha causado la mayor afectación a su paso en los municipios de Torrent, Paiporta, o Masanasa entre otros. Aguas arriba de este curso de agua existe una estación de aforo del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), que permitió ver la evolución del caudal y emitir boletines informando al respecto. Aunque existe una discrepancia entre el valor pico que a día del escrito de este post presenta la web del SAIH de 910 m3/s y uno de los boletines filtrados por redes sociales donde supuestamente se habrían alcanzado los 1,686 m3/s. Sea como fuere, el hidrograma refleja claramente un súbito aumento del caudal que se encajaría aguas abajo en una sección hidráulica de la rambla del Poyo totalmente insuficiente y con un tiempo de concentración muy bajo propio de una avenida rápida, triplicando o hasta quintuplicando el caudal máximo histórico según el dato registrado al que nos atengamos.
Cierre y reflexiones
Ante toda la información existente como son los datos de precipitación, caudales, zonificación de inundación, etc., las entidades correspondientes pueden analizar el fenómeno y valorar decretar alertas en función de la amenaza considerada. Así el sistema de alerta temprana conformado por una serie de herramientas, procedimientos y protocolos diseñados para detectar y comunicar de manera anticipada la posibilidad de que ocurra un evento natural peligroso, como una inundación, tiene como objetivo principal proteger vidas y reducir daños materiales al avisar a las autoridades y a la población con suficiente tiempo para tomar medidas preventivas.
Sin duda lo anterior no sucedió y no es el objetivo de este post buscar culpables. Sin embargo sí es justo señalar que toda la parte técnica que involucraba la detección, el seguimiento, y la predicción del fenómeno funcionó razonablemente bien.
Ante un evento de la magnitud ocurrida, y dada la vulnerabilidad ya construida a lo largo de los años en el territorio, solamente cabía esperar que el Sistema de Alerta Temprana y los planes de emergencia hubieran funcionado. Que los protocolos existentes de comunicación se hubieran cumplido y las alertas se hubieran enviado a tiempo para evitar una exposición de la población incomprensible, imperdonable y evitable si se hubieran seguido los procedimientos correctos.
Es de esperar que esta tragedia active a los organismos involucrados en la gestión de los desastres para mejorar todo lo que se ha hecho mal esta vez, y para que cuando vuelva a presentarse una nueva amenaza en el futuro (que se presentará), no tengamos que lamentar ni una sola pérdida de vidas humanas.
Envío desde este humilde blog, muchos ánimos y apoyo a todos los afectados por esta DANA en la Comunitat Valenciana, Andalucía y Castilla-La Mancha.
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