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Hoy tenemos un programa especial antes de iniciar la decimoquinta temporada sobre el catastrófico sismo de M6.8 ocurrido en Marruecos el 8 de septiembre de 2023.
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Ante la actualidad del tema del rescate de los niños tailandeses atrapados en la cueva de Tham Luang por el estreno de la película de Amazon titulada ‘Trece Vidas’, y el estreno de una serie en Netflix sobre el mismo tema llamada ‘Rescate en una cueva de Tailandia’, me he animado a hacer este post, pero desde un punto de vista diferente. Por un lado, para conocer las características geológicas del lugar y por otro, para presentaros una vertiente menos conocida del rescate: cómo el análisis y generación de cartografía mediante sistemas de información geográfica (SIG), ayudaron a recuperar con vida a todos esos muchachos.
Empezaré por contextualizar el tema, aunque seguro que has oído hablar de este rescate porque fue noticia mundial. El 23 de junio de 2018 un grupo de doce chicos de entre 11 y 16 años, integrantes de un equipo de fútbol local llamado los Jabalíes Salvajes quedaron atrapados en la cueva Tham Luang con su entrenador de 25 años, debido a las repentinas lluvias monzónicas. A partir de ahí se desarrolló una increíble etapa de búsqueda y rescate que culminó exitosamente con la extracción de los muchachos sanos y salvos el 10 de julio. Si quieres profundizar en todos los detalles y la curiosa manera de cómo sacaron a los niños, puedes ver la película de Amazon, la serie de Netflix, o mejor todavía, ver el documental de National Geographic con los protagonistas reales de la historia titulado ‘The Rescue’.
Pues bien, planteado el contexto, entremos en materia. Las cuevas de Tham Luang se ubican en la cordillera de Doi Nang Non, en la provincia de Chiang Rai, al norte de Tailandia (limítrofe con Birmania y Laos). Se trata de un sistema de cuevas de 10 kilómetros de largo y de muy difícil tránsito con pasajes angostos y sinuosos.
Y como muchos ya habréis supuesto si habéis visto imágenes de la cueva, se tratan de rocas calizas. De ahí que se formen esas grandes cavidades al disolverse el carbonato en el agua. Químicamente es un poco más complejo que esto. En realidad, el agua en combinación con el CO2 genera ácido carbónico; y este es el que disuelve el carbonato de calcio. Un carbonato de calcio que puede precipitarse de nuevo para crear formas tales como: estalactitas y estalagmitas. Estas rocas se llaman Karst.
Las calizas que componen las cuevas de Tham Luang tienen una edad de aproximadamente 266 millones de años. Son del pérmico medio. Os lo muestro en este mapa de onegeology.com. Este color amarillo son las calizas. Pero geológicamente también es interesante ver esta otra unidad al oeste de las calizas. Se trata de una intrusión de granito del triásico medio, es decir de hace 245 millones de años. Posterior a las calizas.
¿Cómo la geología influenció de manera determinante en el llenado de las cuevas? En primer lugar y de forma obvia, toda el agua de lluvia (ya que estábamos en época de monzones) se infiltraba y percolaba por las numerosas grietas, fisuras y cavidades que presentaba la roca kárstica. El agua infiltrada se desplazaba hacia las zonas más bajas de la montaña haciendo subir progresivamente el nivel freático. Fijaros que la entrada a las cuevas es prácticamente a la altura del nivel freático. Por eso los chicos se quedaron atrapados poco tiempo después de empezar a llover intensamente. Pero es que, además, desde la zona granítica, más impermeable, también drenaba el agua hacia la zona de karst a través de las fallas y fracturas de la roca.
Y aquí es donde empiezan los técnicos en sistemas de información geográfica (SIG) de ESRI a trabajar en varios flancos.
Empezaron modelando la montaña de Tham Luang y ubicando el sistema de cuevas. Para hacerlo se basaron en la información y mapas ya existentes de una expedición francesa de 1987 de la ‘Asociación pirinaica de espeleología’, actualizada con datos del espeleólogo Martin Ellis y otra misión británica realizada en 2004. Así generaron secciones transversales de las cuevas y modelos 3D para utilidad de los buzos.
Se dedicaron grandes esfuerzos en bombear el agua del interior de la cueva. Pero rápidamente comprendieron que eso no serviría de nada si de alguna manera no impedían que el agua se percolara desde la superficie. Así que se realizaron mapas de la dirección de la escorrentía y de acumulación del flujo.
Una vez realizados estos modelos, el equipo encontró dos puntos de infiltración sobre los que actuar. El equipo de los SEAL de la Marina tailandesa confirmó en terreno estos datos, con lo que establecieron diques de contención y empezaron a desviar el agua hacia los campos de cultivo aledaños.
El equipo de ESRI también generó mapas geofísicos mediante sondeos eléctricos verticales y sísmica y usaron toda esta información considerando la posibilidad de perforar en la cueva para extraer de forma segura al equipo atrapado. Calcularon las distancias en 3D desde los posibles puntos de perforación en la superficie hasta el interior de la cueva. La operación de perforación fue cancelada después de que el equipo de operación decidiera extraer a los niños y a su entrenador utilizando los equipos de buceo.
Bueno geonáufragos, como veis una descomunal operación de rescate con miles de personas involucradas, y con la participación determinante también del conocimiento geológico.
Fuentes:
Último día del viaje. Emprendíamos el regreso a Grand Prairie, en de Dallas. Y lo hicimos viajando hacia el sur para visitar en esta última jornada, el parque nacional de Grand Teton, prácticamente colindante con Yellowstone, y unidos por el parque nacional John D. Rockefeller.
Paramos en Flagg Ranch Headwaters para planificar las visitas. Al final nos basamos en la ruta geológica recomendada en el libro «Grand Teton in a day» que encontramos en la sección de souvenirs.
La primera parada fue en Oxbow Bend. La imagen tomada desde este lugar del río Snake con el reflejo del monte Moran es icónica y probablemente la más reconocida del Parque Nacional Grand Teton en todo el mundo. La cordillera lleva su nombre por «Les Trois Tetons» (que significa, las «Tres Tetas») el nombre que los primeros exploradores franceses dieron a sus tres picos más significativos y reconocibles.
A continuación, nos dirigimos hacia Signal Mountain. Signal Mountain es una montaña de 2,355 m en Jackson Hole accesible en vehículo. Desde la cima, tenemos otra panorámica del lago Jackson y de los Teton.
Seguimos hacia el sur. Y nuestra siguiente parada corresponde a unas interesantes formas llamadas «potholes» cuyo origen es bastante singular. A medida que los glaciares se retiraban, algunos bloques de hielo caían desde la cara externa del glaciar al valle. Los sedimentos transportados por el agua de deshielo enterraron estos bloques. Posteriormente, el hielo se derritió bajo esos sedimentos dejando atrás una depresión. Ahí se acumulaba agua y sedimentos. Y Con el tiempo, los «potholes» crearon sus propios ecosistemas de fauna y flora en la extensa llanura arbustiva del lugar.
Continuamos hacia el centro de visitantes en Jenny Lake donde tienen una maqueta en 3D de los Tetons. Un molde a escala real de las garras del primer oso al que pusieron un collar en 1959. Y una referencia al primer equipo de exploradores que cartografiaron los Tetons que incluían biólogos, geólogos, botánicos y también artistas. Algunos de estos expedicionarios terminaron dando nombre a varios de los hitos naturales de la zona.
En toda la ruta podemos contemplar desde varios ángulos los diversos picos de los Teton. Desde Cathedral Group por ejemplo, observamos con mayor exposición la Teewinot mountain, el Mount Owen y el propio Grand Teton.
Desde Mont Moran Turnout se observa una veta (o dique) de diabasa negra que atraviesa verticalmente la cara este del monte Moran, llamado así por el famoso pintor de paisajes Thomas Moran, uno de esos primeros exploradores de los que hablábamos antes.
La última parada, a última hora de la tarde, la hacemos en Teton Glacier, donde se observa el glaciar más grande del parque. Un remanente de la Pequeña Edad de Hielo. Aunque hay otra manifestación geológica más interesante si cabe, la Teton Fault. Un escarpe de falla de casi 23 metros producto de las fuerzas tectónicas del lugar, como se puede observar en la animación realizada por el servicio de parques nacionales.
Dejamos el Grand Teton y Yellowstone a nuestras espaldas. Y cruzamos la pintoresca y turística ciudad de Jackson. Atrás quedaron las maravillosas expresiones geológicas de un planeta en constante cambio. Sin duda, al igual que lo fue el viaje al gran cañón del colorado, visitar Yellowstone y Grand Teton, genera experiencias que marcan de por vida. Como geólogo no se puede pedir más que vivir en carne propia lo que uno ha estudiado en los libros. Y aunque este viaje ha terminado, otros vendrán. Al fin y al cabo a nuestro pasaporte de parques nacionales, todavía le quedan muchos hojas en blanco.